S.O.S. EDUCACION: Recuperemos algunos conceptos

 Elizabeth Kloster

 

La educación es el resultado de un proceso que tiene como fin la promoción y realización del ser humano. Cuando los niños ingresan al nivel inicial gradualmente incorporan normas, pautas de comportamiento, amplían el lenguaje y aprenden a respetar límites y desarrollan la creatividad. En la escuela secundaria adquieren habilidades sociales y cognitivas, avanzan en el desarrollo del pensamiento crítico y en la formación de la voluntad a través de la adquisición de diferentes hábitos, reconocen el valor del mérito y el premio al esfuerzo personal. Todo lo que les permitirá vivir y desenvolverse en sociedad.

 

Límites, esfuerzo, merito, orden, tradición, libertad en función de un proyecto de vida. Muchos de estos conceptos denostados por la ideología progresista.

 

Jonathan Ramos (2021), profesor de Historia y Filosofía, explica que esta ideología juzga el valor de una idea por la “edad” de la idea y el progreso material lleva indefectiblemente al progreso moral de la sociedad”.

 

Los progresistas buscan romper, deconstruir lo instituido. Han comprendido que el ser humano, para comunicarse y aprehender la realidad, utiliza palabras y que el lenguaje crea realidades y permite acceder al poder y perpetuarse en él.

 

Reflexionando sobre esta realidad (muy triste y preocupante, por cierto), propongo rescatar estos conceptos, que formen parte de nuestro vocabulario, y más importante aún, que sean realidad, en acciones concretas en las aulas, en los hogares, en nuestra vida en sociedad. Las nuevas generaciones deben conocer y comprender y los adultos debemos re-conocer y recuperar la importancia de los siguientes conceptos:

 

Merito: los nuevos relatos socialistas postulan que lo que no podés lograr a través de tu esfuerzo y dedicación, te lo da el Estado sacándole al que tiene. El igualitarismo por encima de la Igualdad ante la Ley, que desconoce el valor del mérito.

 

Manía igualitarista que empobrece a los individuos y crea una sociedad decadente al ignorar el esfuerzo personal.

 

La educación de la voluntad y la perseverancia son indispensables para el aprendizaje, esto no se puede perder de vista debido a que los medios de comunicación, a través de la publicidad, muestran permanentemente que las personas pueden lograr objetivos o cumplir sus sueños rápidamente y sin esfuerzo.

 

Los niños y los jóvenes deben aprender que el esfuerzo tiene premio. Que el mérito no es mala palabra y que los errores y los fracasos enseñan.

 

Kovadloff (2018) expresa que “El fracaso, lo que no puede ser, a veces, se vuelve aprendizaje; no fracasa quien choca con un obstáculo, sino quien cree que nunca podrá superarlo; hay derrotas que, aunque duelan, favorecen la posibilidad de aprender.”

 

Autoridad: esta palabra proviene del latín auctoritas, derivado del verbo augere, que significa aumentar, hacer crecer, magnificar y se relaciona con el fin de la educación, desplegar, desarrollar, las potencialidades de los nuestros alumnos y nuestros hijos. El padre Leonardo Castellani (1990) afirma que “la educación es suscitar luz, la luz que todo ser humano trae al nacer”.

 

El concepto de autoridad se vincula con el concepto de autoridad moral, definida como aquella que se impone mediante la coherencia que un individuo muestra entre sus palabras y sus acciones. Autoridad y coherencia por parte de los adultos, pilares fundamentales en la educación de los niños y de los jóvenes.

 

La ideología progresista critica las dominaciones ejercidas por las sociedades adultocéntricas que favorecen a los que tuvieron o tienen contacto con la cultura hegemónica. Sostiene que esta sociedad, capitalista y neoliberal, reproduce asimetrías que contienen y propagan el autoritarismo. Postulan que las asimetrías son de orden patriarcal: la iglesia (hay que liberarse de su “tutelaje”), la familia y la escuela privan a los niños y a los adolescentes de la libertad de la que gozan los adultos.

 

Para refutar esta ideología, debemos rescatar el concepto de límites. Concordando con Barilko, quien ama pone límites. Para no crecer en escenarios de incertidumbre, los más pequeños y los adolescentes necesitan límites claros y adultos presentes.

 

La psicóloga Pilar Sordo (2011) enuncia: “…los padres de estos adolescentes recibieron el mensaje de que debían ser amigos de sus hijos, y esto se entendió, al parecer, como dejar de ser autoridad, no colocar límites, ser solo amigos, contar con su confianza. Aquí se origina uno de los errores, a mi juicio, que ha llevado a mucho de los problemas que hoy tienen los jóvenes: la falta de autoridad y de límites. No solo los niños, también los adolescentes necesitan reglas claras, horarios y un encuadre que permita distinguir los limites sobre lo que deben y no deben hacer”.

 

Tradición/tradiciones: El filósofo y pedagogo Gregorio Luri expresa en su obra Imaginación conservadora (2019): “Lo repito una vez más: el conservador no se niega ser moderno, sino a ser solo moderno. En este adverbio “solo”, se encuentra su diferencia específica. Su pretensión es mantener al presente en la posición que le corresponde, que es la de un entramado fértil. Intenta preservar el cambio orgánico del mundo y de la vida mediante la memoria agradecida del pasado, la circunspección del presente y la esperanza confiada en el futuro. El pasado no es para él un mero cementerio en desuso. Quiere enriquecer la tradición buscando caminos, para renovar así lo que ha recibido de sus padres. Sabe que la tradición nunca está hecha, siempre se está haciendo; que la tradición es transmisión viva de lo nuestro, la historia leyendo el presente”.

 

Orden: el diccionario define esta palabra como secuencia en la cual son colocadas las cosas. Hace referencia también al concepto de disciplina necesaria para ordenar y preservar la vida.

 

La vida, y puntualmente el proyecto de vida de cada ser humano, no se pone en marcha ni se desarrolla adecuadamente en una sociedad donde reina la anomia. La anomia surge cuando las leyes no son respetadas y el Estado se corre de su función dejando a los individuos solos, imposibilitados de avanzar hacia mayores niveles de bienestar.

 

Rechazando la pretendida validez de los relatos progresistas sostengo que “no podemos caer como escuela, (y como sociedad) en el sofisma de que todo aquello que se presenta como innovador ya no necesita justificar que es bueno”. Luri, (2019)


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