La batalla es cultural
Por Elizabeth Kloster
Es necesario un análisis cuidadoso
de las formas concretas en que se presenta hoy el socialismo en las aulas. La nueva izquierda se preparó por años
para dar la batalla cultural penetrando, mediante un plan sistemático, en las
instituciones de educación superior. Hoy, este nuevo socialismo, está presente
en todos los niveles del sistema educativo adoctrinando a niños y a jóvenes,
impidiendo que avancen en el ejercicio del pensamiento crítico.
El
pensamiento crítico es un proceso intelectual y reflexivo que permite evaluar y
analizar un aspecto de la realidad, para luego decidir y elegir con criterio
propio.
Cuando en las aulas se persigue el
objetivo de instalar el pensamiento único, hablamos de adoctrinamiento, que es
la acción sistemática de introducir determinadas ideas, contenidos, autores,
valores y creencias en las personas (aquí, puntualmente en el alumno), apelando
al idealismo de los adolescentes y jóvenes con slogans cargados de emotividad.
¿Cómo
se lleva a cabo? A través de ciertos
autores, textos, recursos y contenidos sugeridos para trabajar con los niños y
los adolescentes en las aulas.
El
discurso es claro, los viejos principios socialistas fueron deconstruidos y
reconstruidos por temáticas de apariencia noble, pero con trasfondo
ideologizante:
ü
Indigenismo
ecológico.
ü
Igualitarismo
(desconociendo la igualdad ante la Ley).
ü
Diversidad.
ü
Descolonización
del saber.
ü
Reinvención
del poder.
ü
Fin
del capitalismo.
ü
Inclusión
de todos los excluidos (feministas, ecologistas, pueblos originarios etc.).
ü
Enfrentamiento
agonal como condición misma de la existencia.
ü
Lucha
contra la sociedad adultocéntrica que reproduce una matriz sociocultural
autoritaria que afecta las relaciones y legitima la jerarquización por edades
(la familia, la escuela y la iglesia privan a los niños de libertad).
ü
Lucha
contra el esencialismo considerando que es determinista y no repara en las contingencias.
ü
Lenguaje
inclusivo, (la acción de
deconstruir no solo en economía) el objetivo es dominar la realidad a través
del lenguaje.
La construcción de la hegemonía cultural
por parte de la izquierda ha dado sus frutos América Latina, el objetivo es
vaciar las instituciones para dar forma al populismo autoritario.
La
batalla de los nuevos socialismos del S XXI en Argentina es esencialmente
gramsciana y postula dominar la cultura para adoctrinar y manipular a las
nuevas generaciones. Sostiene que la idea de revolución y postulación del
socialismo no es a través de las armas sino influyendo y transformando las ideas, los valores y las instituciones
de la sociedad.
La
revolución cultural de Gramsci desprecia la verdad, la filosofía de la
impugnación de Marcuse pregona la rebeldía, no contra lo malo, sino contra lo
que es. Ser contestarío es el deber ser. Estamos asistiendo a la deconstrucción
del sujeto y de cualquier instancia instituyente, nada es sustancial, justo o
verdadero.
Hoy, entre las muchas dolencias que padece nuestro país, nos duele la educación. La pandemia ha puesto en evidencia las deficiencias del sistema educativo. Y nos duele el adoctrinamiento feroz que sufren niños y jóvenes en muchas aulas de nuestro país.
Las comunidades educativas, las familias y los gobiernos no pueden ni deben mirar a un costado. Es un derecho de nuestros alumnos, hijos, nietos recibir educación sin ideología.
Pilar Rahola establece la diferencia entre
ciudadano y ciervo cuando expresa que “el ciervo acepta sin cuestionamientos y
tiene relación mesiánica con el poder; el ciudadano decide con su propio
criterio lo que acepta”.
Los alumnos deben
tener la posibilidad y el derecho a estudiar y a comprender la realidad en su
totalidad, sin sesgos ni adoctrinamientos.
En las aulas docentes que eduquen, no militantes que adoctrinen.
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