Un país que se repite

Por Ignacio Bainotti
Empresario PYME

 

Pasa el tiempo y en Argentina parece que todo se repite, que vivimos en un bucle infinito en el que todo vuelve a pasar una y otra vez.

Si repasan su historia personal seguramente recuerden que sus padres o abuelos hablaban de la realidad empresarial del país con términos o frases que hoy pintan nuestros días.

En el año 1989, cuando ganó las elecciones Carlos Menem, mi padre, pensando en que se venía un gobierno peronista con un caudillo populista, me dijo  “Argentina es un país inviable”. Recuerdo notar en su rostro el cansancio producido por los altibajos de las crisis económicas. Hoy -33 años después- me veo en el mismo lugar que él,  cansado de lo mismo y por momentos desmotivado.

En todos estos años de democracia no hemos logrado un desarrollo económico sostenible y duradero. Vamos de crisis en crisis, perdiendo la educación y los valores en el camino.

Mientras en el sector privado, en particular las Pymes, “juegan” a querer formar parte de un mundo capitalista, obligándose a ser cada vez más eficientes, en el sector público, el estado con un gobierno que tiende al comunismo despilfarra todo lo que generan; un socio recaudador que regala todo el esfuerzo y sacrifico de los empresarios y sus colaboradores, manteniendo una de las presiones fiscales más elevadas del mundo, sin contemplación alguna.

Estas pequeñas y medianas empresas ya han demostrado su resiliencia durante la pandemia, acompañando a la sociedad y el gobierno para que pudieran hacer frente a la época de encierro, innovando y encontrado soluciones a los nuevos desafíos a la hora producir, distribuir y vender alimentos o medicamentos, cubriendo así las necesidades esenciales que demandaba  la población en esos momentos difíciles.

Es importante no olvidar, el esfuerzo de aquellas pymes que con sus puertas cerradas, tuvieron que asumir costos de personal, alquileres y servicios entre otros.

A pesar de que muchas no pudieron reiniciar sus actividades y hubo un aumento considerable del desempleo, el gobierno y la política en su conjunto nunca entendieron que debían tener gestos contundentes que sean similares a los del sector privado, acompañando el desangre que este registraba. 

No se redujeron los sueldos, no achicaron el gasto público, ni se esforzaron en ser más eficiente; nuestro socio no comprendió ni comprende aún, la realidad del sector privado ni de la sociedad, que reclama que el esfuerzo sean compartido y que sea codo a codo.

En Argentina según datos del año 2017 habían 609.000 pymes (pequeña, mediana empresas), que representaban el 98% de la red empresarial privada y que aportaban el 45% del PBI.

La pandemia y la falta de entendimiento de la realidad, generó que entre  2020 y 2021 cerraran unas 40.000 empresas de distintos sectores y 185.300 trabajadores se vieran afectados en sus empleos formales (según datos brindados por CAME y FEBA).

El cierre de locales comerciales fue una de las consecuencias más graves que dejó la cuarentena en las pymes; el 15,6% de los locales del país cerraron. Chubut con una tasa de 34%, Córdoba con 25,4% y Neuquén con 25,2% de cierres fueron las provincias más afectadas. En el promedio país, cerraron 9 locales por cuadra.

La Patagonia resultó ser la región que más sintió la pandemia, con un 22,7% de locales cerrados y el 66,7% de las Pymes de este sector del país tuvieron que endeudarse para subsistir, según datos brindados por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa.

La gran masa de subsidios otorgados en estos años ha transformado al estado en un tutor que ha sido obligado a cubrir las necesidades básicas de una fracción  de la sociedad que ha perdido la cultura del trabajo.

El gobierno actual para poder cubrir esta demanda se ha valido de herramientas, las cuales han sido totalmente dañinas para la economía del país, la primera ha sido la generación permanente de nuevos impuesto paralizando la economía de todos los sectores del país, por otro lado la excesiva emisión de moneda  ha generado el deterioro permanente de la capacidad de ahorro de cada trabajador que termina estando a pesar de contar, en el mejor de los casos, con un empleo formal por debajo de la línea de la pobreza.

Podemos estancarnos en la discusión si esto se debe a políticas ideológicas generadas adrede, lo que no podemos desconocer es que este será uno de los principales problemas a resolver por el próximo gobierno.

Debemos comprender que si deseamos trasformar  los subsidios al desempleo en puestos genuinos de trabajo, no habrá otro camino que fortalecer a las pequeñas y medianas empresas ya que estas representan alrededor del 70%  del empleo privado registrado.

Me queda la incertidumbre y el deseo de que volvamos a tener un país productivo, a través de un gobierno que se ponga en la piel de los trabajadores y emprendedores que apuestan cada día por quedarse e invertir en esta tierra.

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