¿El gobierno nacional está para resolver los problemas de la gente?

Por Miguel Alloatti


Todos los días la sociedad sigue con asombro una novela ridícula entre los socios políticos que nos gobiernan, que están más preocupados en sus propios intereses que en los verdaderos problemas del país para lo cual fueron elegidos.

Por supuesto que ninguna de estas ofensas mutuas provoca que alguna de las partes se retire realmente del gobierno. Siguen protegiendo la caja que se repartieron cual botín ganado en las elecciones.

Mientras los problemas se multiplican, nuestros gobernantes asumen el rol de relatores y solo atinan a explicar lo que pasa y a buscar responsables.

Detrás de los discursos, las peleas y la novela que arman está la gente real que tiene problemas reales

Además de sus propios problemas, le preocupa a la gente la Inflación, los Subsidios, el Desempleo, el Crecimiento, la Salud, la Inseguridad y la Droga.

La inflación, un problema endémico en la argentina, provoca la pérdida permanente del poder adquisitivo y afecta especialmente a la clase más pobre. Hoy la inflación transita por valores muy altos e históricos con las consecuencias que vemos en el aumento imparable de la pobreza. El gobierno, ante esto, lo primero que hace es buscar culpables y como idea mas brillante le declara la guerra (sic)

El aumento de la pobreza y desocupación exige, evidentemente, salir al cruce de este flagelo para frenar que siga creciendo. El gobierno en cambio elige aumentar la cantidad de subsidios para lo cual se financia con mayores impuestos a aquellos que pueden dar trabajo. 

Además, para obtener esos fondos, exacerba la carga y presiones a los sectores que dan empleo de manera de complicar más su subsistencia (presión tributaria y fiscal, doble indemnización, etc)

Sin dudas nadie de este gobierno piensa realmente en solucionar el problema. 

Tal vez un atajo pueda ser flexibilizar las condiciones a las empresas dadores de trabajo, especialmente las Pymes (aclaro Micro, Pequeñas y Medianas Empresas) que ocupan aproximadamente un 70% del empleo formal

Existen aproximadamente 600.000 Pymes, si se dieran las condiciones, podría pensarse en uno o dos personas por Pyme que se podría incorporar. Es decir entre 600.000 y 1.000.000 de empleos nuevos

Ahora si dejamos de hablar con conceptos solamente y buceamos lo que realmente pasa nos daremos cuenta que las medidas que el gobierno toma (o no toma) para enfrentar la crisis está muy lejos de solucionarlo. Es más, lo agrava afectando a empresas y trabajadores por igual.

Por un lado las Pymes que con este contexto buscan aliviar sus presiones achicándose (y por ende reduciendo empleo) o desapareciendo

Por otro lado, el empleado formal que, cuando se detiene a hacer números de los ingresos que reciben vecinos o conocidos, ve como juntando subsidios igualan y en casos superan sus ingresos comienza a pensar en la informalidad y sumar a esto changas adicionales. Son unos pocos, afortunadamente ya que la mayoría de los trabajadores dan un valor especial al contar con un empleo formal que los dignifique.

Si no se toma este problema en serio, mirando como aumentar las fuentes de trabajo, con salarios muy dignos pero sin los costos “añadidos” que son altísimos, por lo menos en un contexto de crisis como éste, será muy difícil salir de este circulo “expulsivo” de la gente y de las empresas.

Vivir de un subsidio puede significar un gran paliativo para situaciones como éstas, pero si y solo si por otro lado se está trabajando para frenar parte de las razones que le dan origen.

Condenar a la gente a vivir en la informalidad tiene graves consecuencia no solo para el trabajador sino también toda su familia. La calidad del empleo malo o vivir de changas igual, los salarios son muy bajos, las jornadas laborales son variadas y generalmente mas extensas, no acceden a la formación y capacitación y lo que es más grave la familia del trabajador queda sin un sistema de protección social.

Estar condenado a vivir de esta manera cada vez se vuelve más pesado para salir y aquí es donde se asientan problemas como la droga y la inseguridad se multiplica.

Duele que se use el nombre de los pobres para convocarlos, duele que se los entretenga con discursos altisonantes mientras, rehenes de su pobreza, se los convoca por dinero a marchas que ni siquiera saben para que son. Duelen esos niños que van hipotecando su futuro sin siquiera la mínima oportunidad de acceder a una educación digna. Duele la Argentina

Y duele la indolencia de un gobierno que cree que está “cubierto” repartiendo planes, proclamando discursos altisonantes carentes de contenidos y con sus acciones no hace otra cosa que seguir empobreciendo.

“No miren lo que digo, sino lo que hago”, dicen que lo dijo Néstor Kirchner. Al final no importa quien lo dijo pero bien vale en esta ocasión.

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