Hacia un Estado inteligente

Por Agustín González del Pino


Hacia un estado inteligente

Hay un dolor que se mantiene en la Argentina que es el retroceso que vemos en términos de gobierno abierto. Este concepto está basado en tres principios básicos: transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana. Como todo principio o valor tiene que ser encarnado por la persona que actúa en dicho marco, un accionar natural que manifiesta en su conducta. Estos valores que pongo en foco no están reflejados en los principales dirigentes del actual gobierno y por lo tanto no ocupan un lugar estratégico en la agenda.

Permítanme realizar una breve descripción de estos tres valores y su importancia. Primero, la transparencia se logra cuando la ley está por encima del poder, como explica Kovadloff, se custodia el interés publico antes que los privilegios sectoriales y corporativos de unos pocos. Segundo, la rendición de cuentas significa que la información es accesible y se presenta de una manera comprensible para el común denominador de las personas sobre el destino e impacto de los recursos públicos que dispone el gobierno de turno, y sobre la cual podemos tomar decisiones. Por último, la participación ciudadana que se va a motorizar en la medida que seamos capaces de garantizar los dos principios anteriores y será la medida de la fortaleza de nuestras instituciones y democracia.

En esta línea identifico tres causas principales que atentan contra el despliegue de estos valores en la Administración Pública Nacional (APN).

  1. Hay un desarrollo desigual en la incorporación de los valores de gobierno abierto en los organismos en los organismos de la APN. Es importante destacar en este punto la dificultad que significa la coordinación intergubernamental, la ausencia de criterios uniformes con relación a la agenda y la necesidad de nivelar las capacidades entre los funcionarios y empleados de los distintos equipos de trabajo.

    Por lo tanto, el desconocimiento sobre este enfoque, sus beneficios y los resultados positivos que impactan en los ciudadanos hacen que el cambio cultural sobre una nueva forma de gestionar de los recursos públicos se trabe y demore el despliegue de estos valores.
     
  2.       La desconfianza en la apertura de datos y los diferentes marcos legales entre las distintas jurisdicciones nacionales. No existe la articulación ni los incentivos en los distintos estamentos del Estado para compartir esta agenda común y abrir los datos de sus gestiones a la ciudadanía. El desafío es construir una mirada colaborativa junto a las provincias y municipios para generar confianza en la adopción de este modelo, fortalecer las capacidades técnicas y compartir experiencias y buenas prácticas.

  3. Fomentar el ecosistema de Gobierno Abierto. En último punto es fundamental  para la evangelización de los valores que queremos desplegar. Hay un sinnúmero de organizaciones no gubernamentales, instituciones intermedias -como cámaras empresariales, observatorios-,  que estudian y monitorean el impacto de las políticas públicas de las distintas dependencias gubernamentales. Esto contribuye al enriquecimiento  y sostenibilidad de los valores gobierno abierto ya que se suman nuevos actores que impulsan la transparencia y rendición de cuentas de los funcionarios y por lo tanto la participación de la ciudadanía.

El proceso de modernización que se tiene que encaminar la APN debe ser una política de estado alejada de cualquier ideología.  Se trata de tener los dirigentes capacitados y la convicción política para hacerlo. Como vemos en las causas descriptas no es problema de tecnologías, herramientas o infraestructura. Tiene que haber un convencimiento profundo de la política en encarnar estos valores y liderar los cambios que van a achicar la distancia entre los dirigentes y la gente.

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