El campo argentino como punto de dolor

Por Raúl Carranza

Con gran tristeza y sin duda alguna puedo afirmar que nuestro bendito país tiene, desde hace bastante tiempo, muchos puntos de dolor. 

Podríamos describir a la educación, a la pobreza, a la justicia, la inflación, la corrupción, la inseguridad, etc., todos muy importantes.

Me referiré particularmente a la temática de un sector que considero que, si se lo abordase de otra manera, podría ser una considerable parte de la solución a los problemas de nuestro país, cual es, el sector de nuestro campo.

Antes de ello y si uno busca información acerca de nuestro país, tenemos que ha sido uno de los mayores productores de soja del mundo, después de los Estados Unidos y Brasil. También que es uno de los mayores exportadores de carne en el mundo y su producción se ha reconocido numerosas veces como la de mejor calidad.

Es Argentina el primer productor mundial de yerba mate y uno de los cinco mayores productores en el mundo de maíz, limones, pera, semillas de girasol.

Además en Latinoamérica es​ el más grande productor de trigo y lana, también de vino y en ello, es quinto en el mundo.

Podríamos agregar que es el principal productor de biodiesel a nivel global y que estuvo cuarto lugar en producción de petróleo (después de Brasil, Venezuela y Colombia) ​ y que posee la tercera reserva de gas más grande del planeta.

Que tenemos importantes yacimientos mineros de plomo, cinc, oro y cobre.

Que seríamos el más importante productor de software de Sudamérica y el segundo puesto en cuanto a fabricación de autopartes, después de Brasil, entre otros ítems.

A esta altura de lo expresado, cualquier persona que no fuese argentina, pensaría que somos un país que difícilmente nos podría ir mal.

Pero, sabemos que no es así y que venimos cometiendo errores que luego, lejos de corregirlos, se repiten.

El sector del campo es muy particular por cuanto, ante las graves exigencias, lejos de cambiar a otro tipo de actividad siguen apostando con la esperanza que quienes gobiernan entenderán que las políticas que aplican no son la solución y que ello cambiará.

En el tiempo se vienen sucediendo políticas que con la búsqueda de una salida del país, hasta con argumentos populistas, se mantienen políticas que lejos de hacer ingresar  divisas, tan necesarias para el país, las retraen. Así podemos enunciar los siguientes inconvenientes para el sector:

a) derechos de exportación (retenciones). Siempre estuvo en discusión que el derecho de exportación no era en sí un tributo y que el Código Aduanero facultaba al Poder Ejecutivo Nacional a fijarlos, pero esto ya habría sido dilucidado con:

1) El fallo de la CSJN del año 2014 en autos “CAMARONERA PATAGONICA” dónde se determinó que las facultades otorgadas por el art. 755 y concs. del Código Aduanero son demasiado amplias y por tanto inconstitucionales;

2) El vencimiento el 31/12/21 de la ley 27541 “Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva” y la imposibilidad de aplicar legalmente retenciones al no haberse aprobado el Presupuesto que extendía dichas facultades, no pudiendo el Estado cobrar derechos de exportación pues no tienen un sustento legal; 

3) El fallo dictado en febrero de 2022 por la Sala F del Tribunal Fiscal de la Nación en el que determina que el aumento de alícuota en el derecho de exportación sin el aval legislativo atenta contra el “principio de legalidad tributaria”. Dijo que “Resulta imprescindible para la validez constitucional de un tributo, que el Congreso sea el que cree o modifique el mismo, siendo aquel quien debe delimitar -incluso modificar- el hecho imponible, los sujetos alcanzados, las exenciones, alícuotas y todo otro aspecto sustancial del tributo, lo cual no cede ni en circunstancias de emergencia pública ni por el mecanismo art 76 de la Constitución Nacional”;

4) Por ello, hoy las entidades del campo y productores tienen derecho a reclamar ante la Justicia, habiéndose admitido trámite en algunos amparos. Pese a todo lo expresado, aún el gobierno no ha dado indicadores en otro sentido;

b) restricciones a la exportación de carne con trabas o cupos; 

c) una estructura impositiva que tiene implicancias muy nocivas. El costo impositivo y arancelario de la renta que alcanza hasta un 65%., siendo en particular un impacto sobre la soja del 69,9%, maíz 56,1%, trigo 58,5% y girasol 56,2%. Hoy, aún con la importante suba de precios, que normalmente haría bajar el indicador, los menores rindes esperados como consecuencia de la sequía, los mayores costos de producción y el atraso del dólar oficial respecto a la inflación, terminaron pesando más que la mejora de precios. El grueso de los impuestos que paga la agricultura son derechos de exportación, que actúan sobre el valor bruto de la producción y no sobre las ganancias. El resto son municipales y rentas provinciales que van ligados a la inflación. 

d)  una política de desdoblamiento de tipo cambio que los afecta directamente en su rentabilidad. El Gobierno recibe divisas y liquida pesos, previa deducción de aranceles; 

e) la falta de inversión en infraestructura, tema caminos y vías férreas. El costo del traslado en camión es muy alto. Falta una planificación de inversión que ni siquiera está presupuestada. La posibilidad de una hidrovía; 

f) trámites administrativos absolutamente burocráticos; 

g) la intervención en los mercados (fideicomisos de trigo y maíz, DJVE (ex ROE), volúmenes de equilibrio (saldos exportables);h) la indefinición del tema ley de semillas; 

i) la necesidad de una reforma laboral; 

j) la inseguridad rural y la necesidad de la policía especializada; 

k) la inseguridad jurídica con relación a la propiedad privada; 

l) los permanentes mensajes amenazantes contra el sector campo que hace que se decida no sembrar (ej. el trigo en estos días, etc).

Como se podrá observar de la lista precedente, evidentemente el sector del campo debería ser uno que debiera tratarse como en el resto de los países del mundo y se lograría seguramente reducir en gran medida la pobreza porque muchos de ellos tienen una relación de causa – efecto.