La defensa necesaria para el desarrollo de nuestro país

Por Carlos y Javier Pérez Aquino
General de División (R) y General de Brigada (R)

  

“Argentina, después del golpe que significó Malvinas, decidió, implícitamente sin escribirlo ni confesarlo, generar un desarme unilateral en su gasto de defensa; llevamos cuatro décadas realizándolo, lo cual ha alterado el equilibrio regional y puesto en crisis el control de nuestros espacios soberanos y el efecto disuasivo imprescindible en una política defensiva tal como la hemos definido.”

Diputado Carlos Fernández, 3 de abril 2022.


La Ley de Defensa Nacional, en su Artículo 2 dice: “La Defensa Nacional es la integración y la acción coordinada de todas las fuerzas de la Nación para la solución de aquellos conflictos que requieran el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar las agresiones de origen externo. Tiene por finalidad garantizar de modo permanente la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad y capacidad de autodeterminación…”.

Los últimos acontecimientos internacionales claramente muestran que la defensa de un país no se puede delegar a ningún organismo internacional o multinacional, por lo tanto, la defensa nacional es una función indelegable del Estado, y de esto depende la integridad territorial, la capacidad de autodeterminación y la libertad de una Nación, es decir la existencia misma del estado.

Existe una idea en nuestro país que “no existen hipótesis de conflicto” por lo tanto no se le encuentra razón de ser a las fuerzas armadas. Nada más lejos de la realidad, ningún país es ajeno a los desafíos (riesgos y amenazas), por lejanos o insólitos que hoy se perciban. Grandes cambios pueden producirse en poco tiempo y claramente los podemos ver en los distintos conflictos de la última década, y no se puede crear una fuerza armada en un par de años. Como dijo el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, “este mundo está cada vez más imprevisible”.

En los últimos años se ha admitido en forma abierta la crítica situación de las fuerzas armadas producto de décadas de un presupuesto que se fue reduciendo progresivamente, llegando a encontrarse entre los más bajos del mundo medido en porcentaje de PBI, territorio soberano o cantidad de población.

La obsolescencia del material (en su gran mayoría de más de 30 años) y la falta de presupuesto de mantenimiento da como resultado mínimas capacidades y por lo tanto imposibilidad cumplir con su misión de disuadir o enfrentar cualquier agresión de origen externo.

En el año 2021 el presupuesto en defensa fue del 0,7% del PBI, lo significó que menos del 10% de ese monto fuera empleado para mantenimiento, lo que resulta claramente insuficiente.

En el año 2020 se creó el Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF), a fin de financiar el proceso de reequipamiento de las Fuerzas Armadas, que, si bien es un aspecto positivo, los montos que comprometidos significan una posibilidad de reequipamiento a muy largo plazo, y si no se logra aumentar el monto de mantenimiento, la degradación continuará avanzando sin lograr el objetivo de alcanzar las capacidades mínimas.

En ese proceso de las últimas décadas se estableció una legislación relacionada con la política de defensa, que era muy necesaria, pero que fue realizada con un sesgo ideológico para “mantener el control civil” ante el “peligro” militarista. Esa situación de hace más de 30 años cambió sustancialmente y nadie duda de la subordinación de las fuerzas al poder político. Además, los cambios en la tecnología y las características de conflictos muestran la necesidad de una actualización de esa legislación para estar preparados para las amenazas actuales.  

Pero la capacidad de defensa también se mide en la capacitación, motivación y cohesión de los miembros de las fuerzas.  Producto de los bajos presupuestos, los bajos sueldos (55/60% debajo de la línea de pobreza y 60/70% por debajo de los salarios de las Fuerzas de Seguridad) y otros aspectos, el ingreso a las fuerzas armadas no es atractivo, lo que da como resultado que los postulantes tengan un bajo nivel académico. Por la misma causa existe una gran cantidad de oficiales que no continúan con la carrera creando un déficit en cantidad y calidad. Como escribiera Alejandro Corbacho, hay riesgo que exista un desarme psicológico, que, en la situación actual, es la más delicada.

La defensa de la Argentina está en un momento crítico y necesita una urgente decisión política para lograr modificar esta situación. El estado deberá tener una capacidad suficiente que asegure un entorno de seguridad que permita el desarrollo de nuestro país, de otra manera se pone en riesgo la existencia misma de la Argentina.

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